Cerrando el año 2009, en una de las reuniones del Club, nuestro presidente Gustavo Gonzalez comentó que había sido contactado por una señora, que vivía en un asentamiento de Carrasco Norte y que necesitaba un ajuar de bebé. Cumpliendo con su vocación de servicio, acompañó a su dama al lugar para hacer entrega del ajuar de bebé para esta persona, descubriendo en el lugar una impactante realidad. Esta señora con algunos colaboradores más, daban de comer a 180 niños todos los días en condiciones extremadamente precarias.
Al asentamiento se llega por Avenida a La Playa al norte de Camino Carrasco y se denomina Marcelo Barceló. Día tras día un grupo de personas con una envidiable vocación por servir, procura conseguir un poco de leña para encender un fuego y cocinar "algo", que en muchos casos suele ser escaso, pero también suele ser el único plato de comida que reciben durante el día cientos de personas. La comida se obtiene en base a donaciones de vecinos, supermercados y comercios de la zona que colaboran para atender a este grupo de gente que vive en condiciones muy precarias. La comida se prepara a cielo abierto, haciéndole frente a cualquier inclemencia climática. Perros, gatos, insectos y gente extremadamente carenciada comparten un espacio físico y el momento de la comida, donde pueden acceder a un plato de comida caliente gracias a un grupo de personas del barrio que le pone el hombro día tras día para sacar adelante al barrio.
Este tipo de situaciones en varias ocasiones son realidades que están a la vuelta de la esquina y no conocemos. Durante todo el año 2010, estuvimos atentos y preocupados por esta realidad, analizando diferentes formas de colaborar con esta gente. Uno de los proyectos de nuestro club apunta a construir un techo para poder formar un lugar para cocinar y comer y conseguir algún tipo de cocina económica de leña. Este proyecto aún continúa en proceso, buscando la forma de financiarlo y de hacerlo. De todas formas y mientras no se consolida este proyecto, estamos siempre pendientes de lo que se pueda hacer para mejorar las condiciones de este grupo de gente. El 18 de Noviembre la fábrica de Pastas Donatella, que permanentemente está colaborando con nuestro club, se comunicó para decirnos que tenía ravioles para donar. Los mismos estaban congelados y acordamos traerlos para nuestro club mientras implementábamos el operativo para que los vecinos del asentamiento organizaran la logística para poder prepararlos. Casi que inmediatamente el domingo 21 de Noviembre, el Presidente de nuestro Club hizo entrega de la donación de 6000 ravioles recibida a los responsables de este precario comedor. Cuando llegó al lugar, ya se había organizado una fila de gente esperando por su plato de comida, se habían preparado diferentes fogatas para calentar agua, en diferentes recipientes que simulaban ollas e implementos habituales de cocina. Entre ellos, se encontraban calefones viejos, tambores de lavarropas que habían sido acondicionados para preparar un día más un plato de comida.
En nuestra siguiente reunión de socios del Club, se habló de la experiencia, de lo bueno de lograr una excelente coordinación entre los diferentes integrantes del club para poder recibir y hacer entrega de la donación, pero más que esto, la dura realidad que existe en nuestra comunidad y que muchas veces no conocemos en profundidad. Asimismo, fuimos testigos de la buena voluntad de personas y vecinos del asentamiento que están permanentemente colaborando con implementos y trabajo para poder afrontar día tras día una dura realidad.
Para quienes tenemos vocación de servicio, este tipo de experiencias suelen ser gratificantes, ya que nos permiten ser el medio articulador entre empresas y vecinos que quieren colaborar y quienes lo necesitan. Pero además nos permite conocer más en profundidad la realidad de nuestra comunidad y por donde atenderlas mejor.
Nuestro gran agradecimiento a Marcelo Lorenzo y Sra. de la Fábrica de Pastas Donatella de Shangrilá por apoyar nuestra actividad y estar siempre cerca de nuestro Club.
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